Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1889-1890 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 29 de octubre de 1889
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 30, 903-904
Tema: Duración legal de las actuales Cortes

Sigo felicitándome de las palabras y de la actitud de mi distinguido amigo particular señor Romero Robledo, porque ahora no ha hecho más que confirmar los buenos propósitos que expuso antes, una vez que ha tenido en cuenta que no hay orden del día para poder alargar un poco este incidente; porque, en otro caso, S.S., tan correcto en estas cosas del sistema parlamentario y tan amante de que nuestras tareas no se detengan, no se habría entretenido tanto tiempo en este debate. Me felicito de la actitud de S.S., y felicito también a S.S.; que crea S.S. que no le están mal estas buenas actitudes.

Por lo demás, S.S. insiste en que hay años económicos y años judiciales y años académicos y años parlamentarios: yo digo a S.S. que no hay años parlamentarios, y añado que el Sr. Romero Robledo debe [903] fijarse en que todos esos años, determinados en disposiciones especiales a ellos referentes, tienen doce meses. Si S.S. quiere que los años parlamentarios, que podemos inventar desde ahora para lo sucesivo, tengan doce meses, me es perfectamente igual. ¿Quiere S.S. que haya años parlamentarios, como hay años económicos? Pues sea; pero que el año parlamentario tenga doce meses, como los tiene el año natural y el año económico.

No; S.S. lo que quiere es legislatura, y yo digo a S.S. que, dada la constitución del Estado, no se puede contar la vida de las Cortes por legislaturas; porque eso sí que no sería liberal, toda vez que depende del Gobierno acortar o alargar las legislaturas. ¿Cree S.S. que debe hacerse eso? (El Sr. Romero Robledo: Para eso esta la prudencia). ¡La prudencia! ¡Ah, Sr. Romero Robledo! La prudencia es una regla a que no se puede someter la vida de una institución tan importante como la Representación del país. (EI Sr. Romero Robledo pide la palabra). Es necesario que la existencia de las Cortes esté perfectamente fijada por las leyes, a fin de que no dependa, no digo única y exclusivamente, pero ni siquiera en parte, de la voluntad de los Gobiernos, porque en otro caso los Gobiernos tendrían a su disposición la existencia de las Cortes, y eso no es liberal. De manera que, en mi opinión, cuando la Constitución habla de años y no los califica, y no dice años económicos, ni años judiciales, ni años de otra clase, habla de años de doce meses. ¿Quiere S.S. que los años a que la Constitución se refiere hablando del Parlamento, deben llamarse años parlamentarios? Enhorabuena; pero que tengan doce meses, y entonces resulta que la existencia de estas Cortes es de cinco años, porque para cinco años, Sres. Diputados, fuisteis elegidos.

Yo no he dicho que quiero que la ley del sufragio universal se discuta muy despacio, sino que se discuta por todo el tiempo necesario para que la ley salga con autoridad; pero en medio de eso, el Gobierno desea que se discuta lo antes posible y que se discuta lo más pronto posible. Lo que yo me temo, y esto es lo que he dicho antes, es que, aun discutiendo la ley del sufragio desde el primer momento, todavía, aun durando la vida de estas Cortes lo que yo creo que debe durar, andaremos apurados para que el sufragio universal esté aprobado. ¿Por qué? Por las muchas discusiones que se interponen y se han de interponer en el debate del sufragio universal a pesar del Gobierno; por la mucha discusión que ha de tener esta ley a pesar del Gobierno, y porque después que la discutamos en esta Cámara se ha de discutir en la otra; pero si aún así y todo sale pronto el sufragio universal, el Gobierno se alegrará.

El Gobierno quiere que se discuta; pero si las oposiciones autorizan al Gobierno, o mejor dicho, porque no quiero hablar de autorizaciones desde este sitio, si las oposiciones creen que el proyecto de ley es tan bueno que puede pasar sin discusión, yo desde ahora mismo me obligo a no oponerme a eso. Y si el señor Romero Robledo, para que vea S.S. que no quiero que se ande tan despacio, quiere trabajar con las oposiciones, ya que, al parecer, tiene sobre ellas tanta influencia, para que no discutan el proyecto de ley porque lo creen conveniente a los intereses del país, cuanto antes se discuta, mejor; y si quiere S.S. (por parte del Gobierno no hay inconveniente ninguno) que ya sea prorrogando las sesiones, ya aumentando las horas de éstas, ya apelando a otro procedimiento cualquiera, el sufragio universal se dé por terminado en una semana, tanto mejor. ¿Quiere eso S.S.? Pues aquí está el Gobierno, no sólo para aceptarlo, sino para coadyuvar a ello. Y aquí está la sinceridad.

Yo espero que esos partidos a que S.S. ha hecho alusión, con los cuales tengo yo no sé qué relaciones, no han de oponer ningún obstáculo a la aprobación del sufragio universal; y si no los oponen sus señorías, el sufragio universal puede estar discutido dentro de una semana; y si esto mismo hiciera el Senado, tendríamos el sufragio universal dentro de quince días. La legalización de la situación económica podría hacerse pronto, y el Gobierno no tiene inconveniente ninguno en eso. Es más, aprobada la ley del sufragio universal, podría darse por terminada la vida de estas Cortes, porque ellas son las que lo determinan así, una vez que votan una ley que da distinto origen a la Representación nacional; contando siempre, naturalmente, con la voluntad de la Corona.

Por lo demás, el Sr. Romero Robledo puede ayudar al Gobierno a que la ley del sufragio universal se discuta pronto aquí, porque, aun discutida aquí, no tiene autoridad ni fuerza ninguna mientras no se vote en el Senado, y por consiguiente, los poderes de estos Sres. Diputados tienen la misma fuerza que si la ley del sufragio universal no se hubiera discutido.

Así es que, mientras el Senado lo discute, puede el Congreso resolver los problemas más graves con la misma autoridad y con la misma fuerza moral que hoy; porque hasta que la ley del sufragio universal se haya aprobado en el Congreso, después en el Senado, se haya sancionado por la Corona y promulgado como ley, no cesan, ni en poco ni en mucho, ni moral ni materialmente, los poderes que tienen los Sres. Diputados para representar al país por la ley que hoy nos rige.

No hay, pues, las dificultades que encontraba el Sr. Romero Robledo; y ya que S.S. se halla en tan buena disposición, que le agradezco, digo a S.S. que aun haciendo el Gobierno todo lo que pueda para que la ley del sufragio salga pronto, apenas tendrá tiempo bastante con lo que resta de vida legal a estas Cortes; y por si acaso, no quiero perder ni un sólo día; que es preferible que la ley del sufragio quede votada mucho antes que las Cortes concluyan su vida legal, a que las Cortes concluyan su existencia sin haber hecho la ley del sufragio, porque eso lo consideraría yo como una verdadera desgracia para el partido liberal, para el partido conservador y para el país . [904]



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